viernes, 13 de enero de 2012

La inmunología es, actualmente, la ciencia biomédica más prometedora

Una vez mas dejamos un articulo nuevo sobre inmunología, aunque en esta ocasión el articulo es sacado de una entrevista realizada por el periódico El País, la cual nos pareció muy interesante.

El inmunólogo argentino César Milstein, descubridor junto con el británico Köhler de los hibridomas productores de anticuerpo monoclonales (véase EL PAIS de 19 de diciembre de 1980), ha estado en Madrid en estos días, con motivo de la 13ª Lección Conmemorativa Jiménez Díaz y del Simposio sobre Actualidades en Inmunología. EL PAIS tuvo la oportunidad de dialogar con el doctor Milstein acerca de la trascendencia de su descubrimiento y sobre la importancia de la inmunología en las ciencias biomédicas.

César Milstein es actualmente jefe de la división de Química de Proteínas y Acidos Nucleicos del Laboratorio de Biología Molecular del Medical Research Council de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, y en los medios especializados está considerado como un serio candidato al Premio Nobel de Medicina.Pregunta. Doctor Milstein, las revistas científicas y, de forma muy aislada, la Prensa no especializada se han hecho eco del descubrimiento de los hibridomas, señalando incluso que ello podría llevar a la curación del cáncer. ¿Podría usted situamos en su justa medida el valor de dicho descubrimiento?

Respuesta. De inmediato, es evidente que los anticuerpos monoclonales no van a tener aplicaciones clínicas espectaculares, ni menos servirán para curar el cáncer. Sin embargo, hay que destacar, eso si, su importancia de cara al diagnóstico, como reactivo, sin descartar, por supuesto, que la puerta abierta nos conduzca, en un plazo más o menos largo, a cuestiones que hoy ni siquiera se sospechan, como muy bien podría ser la curación del cáncer. De todos modos, en la actualidad los anticuerpos monoclonales tienen ya una importancia muy grande para reconocer y diagnosticar más específicamente, por ejemplo en el caso del cáncer, para el diagnóstico precoz de ciertos tumores o también de algunas enfermedades virales, pudiéndose caracterizar los agentes con precisión. En el campo de la identificación, por ejemplo, para aclarar el origen de ciertas enfermedades con subdivisión de células, para la distinción entre los distintos linfocitos, que son morfológicamente iguales, pero que tienen funciones muy diferentes (por ejemplo los linfocitos T y B), para la distinción entre las células cerebrales y sus conexiones; en todos estos procesos, los anticuerpos monoclonales sustituyen con enorme ventaja a otros métodos tradicionales, y pueden suponer nuevos caminos metodológicos que nos conduzcan a metas por ahora insospechadas.

P. ¿Y de cara al tratamiento, no ofrecen estos anticuerpos producidos por los hibridomas posibilidades reales de curación en la actualidad?

R. Todavía se está investigando, estamos, al principio. Sin embargo, es posible imaginar, por ejemplo la posibilidad real, que ya existe en la actualidad, de «marcar» elementos característicos mediante los anticuerpos; por ejemplo una célula tumoral, asociándole al anticuerpo una toxina. Se podría así, al «marcar» la célula, matarla mediante la toxina. Los anticuerpos, por emplear un símil, serían los portadores del arma destructiva; el anticuerpo «reconoce» a enemigo, y su carga (la toxina) le destruye. Pero, en cualquier caso lo más importante, en mi opinión es que estamos ante nuevos caminos hasta ahora inexplorados, tenemos una nueva arma que todavía no sabemos cómo utilizar a pleno rendimiento, pero sus aplicaciones vendrán poco a poco. Sin ir más lejos, para obtener reactivos muy purificados, gracias a los anticuerpos monoclonales, así, el interferón o la insulina, que ahora pueden obtenerse por medio de la ingeniería genética, a partir de bacterias, necesitan una purificación muy acentuada, y para ello los anticuerpos monoclonales no tienen igual. Esta es una aplicación inmediata aparentemente no espectacular, pero realmente muy importante.

P. ¿El hecho de que los más recientes premios Nobel de Medicina hayan sido inmunólogos significa, acaso, que esta rama de las ciencias biomédicas es en la actualidad la más importante?

R. Desde luego, la opinión pública seguramente no se da cuenta, pero la inmunología está teniendo un crecimiento enorme, y lo más curioso es que cuanto más crece, más acelera su crecimiento, lo que no deja de sorprendernos incluso a los que nos dedicamos de forma: plena a esta rama de la investigación. Y es que, al margen de la ciencia básica, cuyos avances propician otros más prácticos, aunque probablemente menos importantes, aparecen cada vez más enfermedades que están directamente ligadas a problemas inmunológicos. No sólo las infecciosas o quizá el cáncer mismo, sino que nos estamos dando cuenta de que cada vez son más frecuentes las enfermedades de autoinmunización, que son desarreglos tales que el organismo lucha contra sí mismo. En realidad, y volviendo a los anticuerpos monoclonales, no cabe duda de que con ellos la inmunología va a cobrar una importancia al menos tan grande como la que puede tener actualmente la ingeniería genética.

P. Por lo que usted ya sabía, y por sus contactos de estos días en Madrid, ¿cómo ve usted a la inmunología española?

R. A mi entender, existen numerosos núcleos de jóvenes investigadores tremendamente entusiastas, pero el nivel es inferior, por ejemplo, al que se da en Inglaterra o Estados Unidos; la inmunología española no tiene mucha tradición, pero creo que ha empezado muy fuerte y en poco tiempo va a ofrecer no sólo buenos resultados, sino incluso resultados espectaculares. Quiero destacar la tremenda importancia del apoyo económico a estas investigaciones. Si no se apoya a la ciencia, ésta no puede progresar, a pesar del entusiasmo de los investigadores.

P. Su respuesta me sugiere una pregunta, y le ruego me excuse si es demasiado personal. ¿El hecho de que usted investigue en Inglaterra y no en su país se debe a razones puramente científicas?

R. No. Se debe a razones extracientíficas.

P. ¿Puede detallarnos cuáles?

R. Mi respuesta tiene mucho que ver con lo que anteriormente le decía. Lo cierto es que los políticos tienen que apoyar a la ciencia, pero no entremeterse en su actividad por causas extracientíficas. Yo estaba muy contento en Argentina, era jefe de división y realizaba un trabajo científicamente muy satisfactorio. Sin embargo, por razones extracientíficas, fundamentalmente sindicales y políticas, cuatro de mis mejores colaboradores fueron expulsados, sin consultarme, y además con excusas falsas, acusándoles de incompetencia. Y entonces yo no pude aceptar esto y presenté la dimisión al ministro responsable de aquella situación. Es absolutamente lamentable que la política se mezcle con la ciencia. La intromisión de la política destruye a la ciencia; un Gobierno que actúa así en el fondo se está autodestruyendo. Y eso es inadmisible.

P. ¿Quizá muchos problemas científicos que tiene actualmente España sean la consecuencia de etapas políticas anteriores en las que al científico también se le miraba la filiación política, lo que propició el que muchos españoles tuvieran que . investigar en el extranjero?

R. No puedo opinar, pero afirmo que toda injerencia política en la ciencia es un error. Yo no soy propiamente un exiliado político, pero en la práctica, desde el punto de vista de mi trabajo, es claro que estoy como si lo fuera.

Fuente:El País

1 comentario:

  1. Aunque este articulo esta relacionado con nuestro tema, nosotros continuaremos redactando todos los viernes una informacion concreta, nueva y diferente, como venimos haciendo desde que comenzamos este proyecto

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